Sin salir del valle, tanto en Majaelrayo como en los cinco pueblos restantes del valle destaca la arquitectura popular, que se ha dado en llamar arquitectura negra por el oscuro color de los materiales empleados en la construcción de sus edificios. Este amplio valle está formado geológicamente por una amplia veta de pizarra del Ordoviciense que aflora a superficie, dando al paisaje sus típicas características, y abundante material de construcción a las gentes de estos lugares. Sus edificios, de aspecto macizo, presentan un color típico de la mampostería pizarrosa, oscura, de los muros, y las lajas de pizarra utilizadas en la cubierta. Las casas generalmente se componen de planta baja destinada a la vivienda, con corral precedente o anejo, y un piso superior, bajo la cubierta, destinado a pajar o no utilizado. Los muros son de gruesa mampostería pizarrosa, revocados de blanco al interior de la vivienda, pero desnudos al exterior. Las puertas de la vivienda están adinteladas con cargaderos de madera, lo mismo que las ventanas. La cubierta es amplia, a dos vertientes, aunque en ocasiones se achaflana en el hastial principal, dando un tejado a tres aguas. Algunas chimeneas son enormes, estando construidas al interior por un hogar acostado y gran campana sin embocadura. La pieza inicial de la vivienda es un zaguán de suelo con grandes lajas pizarrosas, en el que suele existir un poyo corrido de mampostería que sirve de asiento. A este zaguán se abren las puertas de las distintas dependencias de la casa, la cocina que sirve también de comedor, y los dormitorios. En algunos edificios se observa el exterior un volumen semicilíndrico que corresponde al horno de cocer el pan. En otros se suelen encontrar, empotradas en el resto del material pizarroso oscuro, algunas piedras cuarcitas blancas formando líneas, cruces o figuras geométricas.
En Campillo de Ranas destaca la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, un sencillo ejemplo de fábrica de pizarra, cuyas lajas se entremezclan con cierta rural estética a las piedras calizas de diversos tonos en la torre de varios cuerpos que se orienta poniente. La portada principal, a mediodía, es de muy sencilla traza, lo mismo que el interior, carente de datos artísticos.
Campillejo es una pequeña aldea que conserva su iglesia totalmente restaurada. En una de sus paredes aparece adosada la sacristía. Los muros de todas las edificaciones destacan por estar construidos enteramente en pizarra. Algunas de las casas muestran en las fachadas los característicos encalados de puertas, ventanas y cruces incrustados. En sus alrededores distinguimos pequeños huertos de frutales y hortalizas, que ofrecen una pintoresca imagen en su conjunto.
El Espinar se halla en una colina rodeada de barrancos cubiertos de vegetación y huertos, con preciosas vistas sobre el valle. Posee un lavadero de pequeñas dimensiones cubierto sobre un pilón rodeado de lanchas de pizarra. También vemos un recinto cercado por grandes troncos en el que hallamos un juego de bolos. La iglesia presenta espadaña con un hueco para campana, está construida con mampostería de pizarra y aparece protegida en la entrada con un porche cubierto por la prolongación de la cubierta. Los edificios de vivienda tienen cubierta de grandes faldones de pizarra. Las entradas a la casa están protegidas con porches y tejaroces. Los muros de mampostería aparecen con diminutos huecos bajo dinteles y otros elementos de madera y cruces de pedernal incrustadas en los paramentos. Delante de las entradas han situado pequeños recintos o patios cerrando todo el conjunto por vallas de pizarra y barro. Las tainas o casillas que encontramos aisladas conservan las mismas características que el resto de las viviendas.
Roblelacasa, cercado por montes cubiertos de jaras, ofrece una imagen de gran belleza. Conserva restos de la iglesia de nave única con sacristía adosada, además de aleros de pizarra y porche con estructura de troncos de madera. Las viviendas originales son de una planta con cámara y la cubierta con los característicos faldones.
Robleluengo es una encantadora aldea rodeada de pequeños huertos cercados con hincaderas. Posee un juego de bolos y los típicos hornos aparecen tanto en el interior como adosados al exterior de las viviendas. La calle mayor, de gran atractivo, distribuye las construcciones negras a ambos lados. Al final de la calle, en un ensanchamiento, se encuentra la iglesia totalmente restaurada, en la que destaca la espadaña románica, de forma triangular con dos huecos para campanas.
La Vereda es un pueblo de enorme belleza y tranquilidad. Nos encontramos en un pequeño lugar de ensueño. Las casas están situadas alrededor de la iglesia formando un hermoso grupo que posee todas las peculiaridades propias de la arquitectura negra. Todo el conjunto ha sido creado de pizarra constituyendo un entorno de singular atractivo. Vemos casas con corrales, patios y habitáculos para guardar animales, aperos de labranza y leña. Descubrimos cubiertas de gran belleza en las que destacan las típicas chimeneas y los preciosos hornos en su cara posterior, que se encuentran adosados al muro exterior. Muchos elementos de madera en balcones, ventanas, barandillas y galerías cubiertas. También encontramos en el lugar una fuente y un bonito grupo de taínas situado en las afueras. La iglesia, de una sola nave, tiene atrio y espadaña con un hueco para la campana. En este pueblo el ganado se halla disperso entre las casas y duerme en los antiguos establos que pertenecían a las propias viviendas.